La vida en un instante

Foto: Bansky

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Las escaleras que dan al portal de mi casa están en un pequeño callejón que comunica dos calles cuyos nombres empiezan por las dos primeras letras del abecedario…  La pared del callejón dice: “Ivan Bueno”. Lo hace con la falta de firmeza que producen las prisas y el spray. Oigo mis pasos que resuenan en mitad de la noche mientras subo las escaleras…

En ese momento pasa un avión y atraviesa el cielo negro, emitiendo destellos de luz… Me detengo junto al que llaman «Ivan el bueno», en el penúltimo escalón que me llevará a mi casa. Allá, a lo lejos, nada de lo que observo en este momento existe…

No existen las farolas que iluminan mis pasos, ni los graffitis, ni tampoco el olor de esa noche de otoño… Todo se dibuja en forma de relieve… Cierro los ojos y recuerdo cómo es el descenso en avión por la noche… Si… Aún lo recuerdo… No fue hace tanto… Y me gusta pensar que habrá mas veces, y que esas veces están por llegar…

Imagino la piña de luces, edificios y tejados que verán las personas que están dentro de ese avión que surca el cielo en ese instante… Convirtiendo la ciudad en un todo en el que se difuminan las personas y sus diminutas historias…

Pienso en lo  pequeña que es mi vida en medio de esa ciudad observada desde el cielo… El avión tiene una ruta, una dirección concreta a la que llegar, cargada de historias, pensamientos e instantes ajenos que dejar a buen recaudo… El avión tiene un rumbo que seguir cada día…Yo solo sé cuál es mi destino esa noche: mi casa. No hay pasajeros a bordo,  ni nadie al frente del viaje. Nadie que dirija excepto yo.

El avión se aleja cada vez mas bajo, mas bajo… Despidiéndose de ese instante….Mis pasos vuelven a escucharse subiendo el último escalón, al igual que las llaves tintineando para abrir la puerta. Dejo a «Ivan el bueno» pegado en la pared, descansando… Me miro en el espejo del portal y ahí estoy yo… Me pregunto qué estoy haciendo…Ni siquiera lo se…Aún no se qué ruta debo seguir…  Solo que se que en esta noche, en ese instante en que subía las escaleras de mi casa y miraba el cielo, sentí una extraña emoción al ver pasar un avión.

Quizás esa sea la ruta a seguir… Detenerse de vez en cuando a reflexionar… O solo se trate de parar para ser consciente de que lo que sucede en ese preciso instante: ese avión que pasa, ese surco de luces en el cielo, esos pasos enmudecidos y esas letras escritas de forma vacilante en una pared de un callejón… Todos esos pequeños detalles conforman la vida en un instante…

 Por Patricia Bernardo Delgado

 

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