Hoy quiero recordar en “Hemingway tenía razón” una película que volví a ver hace unos días, en uno de esos canales que acostumbran a poner buenas películas. Generalmente son antiguas, más por los años que tienen que por otra cosa, porque se podría decir que muchas de ellas son atemporales y permanecen vivas en el tiempo, sin pasar de moda. Esto sucede en TCM un canal que emite cosas buenas, muy buenas, y hace el repaso de carreras de actores, actrices y directores de cine clásico. Uno de esos días en los que estaba enchufada a la televisión, mi antigua, pequeña y vintage televisión (que parece la NASA, con tanto cable y dispositivo conectado para ver todo lo que se puede ver) reapareció: “Alta fidelidad” dirigida por Stephen Frears, uno de mis directores preferidos. Con John Cusack y el gran Jack Black al frente.
Para los que no la habéis visto: ¡Hacedlo ya! Porque mientras la veía me di cuenta de una cosa: el tiempo había pasado tan deprisa que una de mis pelis favoritas se había convertido en un… ¿clásico?! «¿Habían pasado ya casi veinte años?», pensé al intentar recordar qué hacía yo por aquél entonces… Sí, ese fue uno de los momentos estrella en los que me dí cuenta de que ya tenía cuarenta y sin saber cómo ni por qué, el tiempo había pasado tan rápido que algunas cosas que antes recordaba con detalle y nitidez, ahora se habían difuminado en mi memoria, obligándome a entornar los ojos como medida de presión, con la esperanza de que me viniese a los labios ese nombre que tenía en la punta de la lengua… Bla, bla, bla… Olvidaros de todo eso. El tiempo solo importa para no perderlo y ponerse a ello cuanto antes.
“Alta fidelidad” («High Fidelity») basa su argumento en una novela con el mismo título, escrita por Nick Hornby en 1995. Fiel en casi todo, a excepción de que en la novela, el protagonista se llama Rob Fleming y vive en Londres, mientras que en la película se hace llamar Rob Gordon y vive en Chicago.
Diferencias a parte, la historia es la misma: John Cusack interpreta a Rob Gordon, un treintañero melómano y dueño de una tienda de discos de vinilo llamada “Championship Vinile”, donde trabaja con Dick (Todd Louiso) y Barry (Jack Black), dos que, como él cuenta, un día aparecieron en su tienda para ayudarle porque les gustaba la música y desde entonces no faltaron a la cita ni una sola vez. Ya era demasiado tarde para despedirles…
Los tres entienden la vida a través de la música. Y ésta está presente en toda la película como hilo conductor. Cada momento, cada recuerdo, tiene nombre de canción. Pero estos freakes musicales, tienen tan poco éxito en la tienda como con las mujeres.
Y es precisamente la ruptura de Rob (John Cusack) con su novia Laura (Iben Hjejle) la que da arranque a la película y hace que su protagonista comience a recordar sus cinco grandes fracasos sentimentales, las cinco novias que le dejaron y mas daño le hicieron, a través de un diálogo directo y desenfadado con el espectador y sus amigos, acompañado de la gran colección de discos de vinilo con los que vive en su apartamento.
Esta película no solo es buena por el argumento, que en realidad ya viene dado por la novela, sino por la puesta en escena de John Cusack, que se hace con la película, la música, la estética y en suma, la dirección que realiza el gran Stephen Frears. Por algo fue nominada al mejor guión adaptado en los Premios BAFTA por el sindicato de guionistas y Cusack a los Globos de oro como mejor actor en comedia y musical.
Pero lo mejor de todo es, como siempre, que una cosa conduce a otra. Y en este caso “Alta fidelidad” te lleva hasta una gran banda sonora. En ella encontrarás temas míticos de Neil Young, The Clash, The Smiths, Elvis Costello & the Attractions, Chuck Berry, Elvis o Aretta Franflin entre otros artistas… Así que ya sabéis, mientras tengáis tiempo no lo desperdiciéis y disfrutad. ¡Buen fin de semana amigos!
Patricia Bernardo.