No había mucho que hacer. Salvo no hacer nada. ¡Qué gran tarea! Pensó Alicia mirando la taza del desayuno. Pero lo curioso fue el gesto de aquella mañana. Esa latente recriminación de Juan. Esa ofuscación interior por algo que ella desconocía. Seguramente sería cosa suya. Tendía, ya se lo había dicho su madre, a desconfiar, a pensar mal, cuando en realidad, muchas veces solo era eso, un pensamiento. Pero otras, la gran mayoría, eran una certeza. Muchas veces sentía que seguía siendo una niña, jugando a la gallinita ciega y acertando bajo el pañuelo, hecho antifaz. Y qué gusto, quitárselo para descubrir que no había errado en sus intuiciones.
Supo, al mirar la taza abandonada en la mesa, con el poso de café aún reciente, que quizás la nada no era tan absoluta. Siempre había algo que hacer, aunque fuese en vacaciones, se dijo mientras recogía la taza.
Autora: Patricia Bernardo © 2021
Foto: Coffee and cigarrettes