Se va

El sombrero que llevo puesto está un poco estrujado. Eso me recuerda que sigo siendo igual de despistada. Suelo sentarme encima de las cosas, olvidarlas en algún lugar o perderlas definitivamente. También es muy habitual que camine por la calle soñando. Igualita que Joe Gardner en “Soul”. Aunque no siempre suena jazz de fondo y tampoco mis calles son las de Nueva York.

Qué ganas de perderme en algún lugar del mundo.

Qué ganas de largarme para desear volver con más fuerza.

Qué ganas de descubrir algo nuevo.

Me gusta tachar. Reducir al mínimo cada párrafo, cada frase. Decir en pocas palabras lo que seguramente podría llenar varias páginas. Leer con perspectiva y reconocer los fallos propios con alegría.

Ser capaz de ver es un milagro. ¿Cuántas veces deambulamos ciegos y sordos?

Quiero reír a carcajadas. Es un placer que daba por supuesto, pero a veces se hace el escurridizo.

Quiero bailar y cantar.

Quiero dejar escapar por la ventana toda la oscuridad que me envuelve con fuerza, como un mal sueño.

No daré ninguna lección. Lo prometo.

Decepcionamos, nos decepcionan.

Somos una maravilla a veces, otras, un maldito desastre.

Y sin embargo, somos.

Dejaré entrar al amor. Un amor.

Que sea valiente.

Que sepa decir.

Que no tenga miedo a querer.

Cada día aprendo un poco más a soltar manos. Pero no los abrazos que me sostienen en estos días que parecen noches. Abrazos fuertes y largos.

Los que empiezan con una sonrisa.

Se dan en silencio.

Y terminan con un beso.

Sí, el sombrero que está en mi cabeza sigue un poco estrujado. Al probármelo pensé en lo que me gustaría hacer el año que viene. Pero ahora, toca guardarlo.

Igual que estos días.

Estos meses.

Este año que ya se va.

Autora: Patricia Bernardo. © 2021

Foto: «Jules et Jim» A través de «Tiempo de cine»