Mudanza

Trepamos las paredes del alma

con la esperanza de alcanzar la cúspide de la verdad.

Pero cuando creemos llegar al final,

solo encontramos niebla.

A manotazos intentamos apartarla,

como si fuese el efecto especial

tras la última

o penúltima canción.

Se esfumará.

Tarde o temprano lo hará.

Arañamos entonces las paredes con furia.

¿Qué está pasando?

No sabemos si somos nosotros

o alguien a quien nos parecemos.

Alguien a quien extrañamente creemos reconocer,

pero solo es la imagen borrosa de un espejo

en el que un día nos vimos reflejados,

un trazo desdibujado

que se escurre entre nuestras manos,

una sombra

que se separa del resto.

Esa sombra se va danzando

por los senderos de la irrealidad,

en busca de un nombre.

La sombra se acerca al nombre

y le susurra un deseo.

El nombre la mira de soslayo.

¿Quién eres?

Pero la sombra insiste con mas fuerza.

Solo quiere convertirse en nombre,

habitar un lugar en el que las imágenes sean claras

y la nada se pueda tocar.

El nombre la deja entrar

y la sombra ocupa con ansia todo lo que hasta entonces

carecía de sentido.

Ahora puede verse reflejada en la pared,

como una mueca que ilumina trágicamente la noche.

Es entonces cuando ella le susurra al nombre

algo que retumbará en su interior

como el eco de una vieja canción.

Cincuenta y dos veces.

Él comienza a tararear.

La sombra se desliza por la pared

para abrazar al nombre.

Cincuenta y dos veces.

‘Só em teus braços’

Patricia Bernardo © 2024.

Imágen: (Cat People) (1942)

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