Durante el resto del fin de semana el frío se apoderó de mí. No era el frío del viento que aligeraba aquel pegajoso mes de junio. Tampoco resultó ser una gripe, ni una indigestión. No supe de qué se trataba hasta que volví a casa y descubrí entre la correspondencia un sobre. «Para Dani» decía. Adiviné por su letra que era de ella.
Un vacío seco se agarró a mi estómago. Me quedé parado no se durante cuanto tiempo. Haciendo oídos sordos al perro de los vecinos, dándome la bienvenida. Sonaba lejos, muy lejos. Tardé en recomponerme, en salir de mi asombro. Pero lo hice. Y sí, leí su carta.
«Hola tú…
Ha pasado demasiado tiempo. Pero para mi es como si hubiese volado, devolviéndome al mismo sitio. Hay cosas que permanecen intactas por mucho que quieras que se transformen. Las hundimos en algún lugar profundo, o eso creemos. Esperamos que no vuelvan a salir a la superficie. Pero tarde o temprano lo hacen.
No sé si recibirás esta carta el día de tu cumpleaños (me ha costado localizarte). O si algún día la leerás (te creo capaz de estrujarla y tirarla en alguna papelera) El caso es que, si mi memoria no me falla, hoy cumples cincuenta años. Una edad redonda, un cambio de década. Pero a fin de cuentas un dígito más. Así que, aprovechando la importancia de esta cifra, espero que aceptes mi regalo: un mapa con el que recorrer la vida. Algo que aprendí durante estos años en los que no estuviste y que me enseñó a dejar de tener miedo. Ahora puedo decirte que pese a todo, te quiero. Lo digo sin el miedo a tu rechazo o desinterés. Porque, a fin de cuentas, no espero nada. Verás que la vida está cargada de personas que no sienten. Unas porque no saben, otras porque no quieren. No dejes que el miedo te impida sentir. Siempre viví con miedo. Miedo al abandono, al rechazo, al qué dirán… Pero aun así fui capaz de amar. Y en este momento me aferro con fuerza a esa parte de mí. Qué suerte he tenido. Muchas personas no aman en toda su vida.
Marian»
La carta venía, cómo no, acompañada de un mapa dibujado por ella. Con una guía muy clara sobre la ruta a seguir y las instrucciones para ello. Consejos de supervivencia en este mundo loco. Leerlo era como caminar en el día a día con alguien que te coge de la mano y te da una visión empática y cargada de amor hacia la vida.
Ray tenía razón, aquél maldito accidente lo cambió todo. Pero ahí, en esas frases y dibujos, estaba ella y también Marcos, mi hermano.
Ahora, cuando me siento perdido, miro el mapa de Marian. El que me regaló por mi cincuenta cumpleaños, justo antes de morir. Se fue rápido, sin demasiados dramas. Ella era así. Esta vez tuve tiempo suficiente para despedirme.
El mapa está un poco arrugado de tanto usarlo. Pero cada día sigo fielmente todas sus coordenadas e indicaciones y siempre llego a algún lugar.
Autora: Patricia Bernardo.
© 2020. Patricia Bernardo Delgado.
4 comentarios
Me encanto Patri, aunque es triste… jolin cada vez me gusta más lo que escribes porque va generando intriga…. y quieres llegar al final!!!
Gracias Davi! Este relato tiene algo de tiempo y solo lo adapté un poco. Es triste en parte, pero también da esperanza para seguir adelante. Un beso!
Me ha encantado Patri!!!! Yo… confieso que me lo he leído del tirón… y me ha enganchado!!!!
Quiero saber más de la historia de ese amor… que el protagonista vuelva a recordar su pasado y tú nos lo cuentes!!!!!
Gracias querida Susana! Que ganas tengo de verte…