A las doce de la noche un hombre camina de un lado a otro por la calle. Está descalzo, lleva una camiseta manchada de sangre y un pantalón que le flojea en las piernas. Su cara conserva los restos de una paliza. Ese hombre es uno de tantos que caminan por las calles de Nueva York. Nada ni nadie le mira, aunque cada vez pasa menos gente a su lado. La noche parece tragarse a las pocas personas que me hacen compañía mientras espero el autobús que me llevará a casa. Tampoco yo quiero hacerle caso. Su cara hace tiempo que está en otro lugar, su gesto se ha paralizado en una mueca de pánico. Camina y cuenta sus pasos: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… Y se para. Cierra los ojos y da la vuelta muy despacio. Comienza a contar de nuevo: Uno… Un paso. Dos… Otro paso… Tres… Abre los ojos. Tiembla y se queda quieto de nuevo, como si alguien le estuviese impidiendo el paso. Se encara con la calle que ya se ha quedado vacía. Miro mi reloj. El autobús se retrasa. El hombre que se ha dado la vuelta no es un mendigo, parece un jugador de baloncesto al que acaban de atracar después de salir de un partido. Dudo si acercarme a él y preguntarle si necesita ayuda. Pero algo dentro de mí me dice que no es una buena idea, que será mejor llamar a la policía. Esto es Nueva York. Reanuda su marcha. Cada vez lo escucho más cerca. Cuatro… Saco mi móvil. Cinco… Es extraño el frío que recorre mi cuerpo. Seis.
Autora: Patricia Bernardo. © 2021
Foto: Maggie Gyllenhaal en «The Deuce» HBO.